Por: Daniel Cassany
daniel.cassany@upf.edu
Algunas reflexiones para
empezar…
Los textos escritos se parecen mucho a las conversaciones. Todos
podemos hablar y lo hacemos explicando las cosas desde nuestro punto de vista:
decimos lo que nos conviene, ocultamos detalles que nos perjudican, destacamos
lo que nos interesa, defendemos nuestra opinión, exageramos… e incluso a veces
se miente y engaña, como sabemos. Al escribir y leer no somos
mejores.
Algunos textos han superado fuertes controles de calidad y
podemos confiar en que aportan datos ciertos e importantes. Es el caso de los
libros que encontramos en una biblioteca, de las webs de instituciones públicas
(gobiernos, universidades) o algunos periódicos de prestigio. Pero incluso estos
escritos adoptan siempre una perspectiva: ni dan toda la información, ni
incluyen todas las opiniones ni pueden atender los intereses de cada
lector.
Muchos otros escritos se publican sin control de calidad y
pueden despertar desconfianza. Es el caso de muchas páginas en Internet (webs de
empresas, blogs personales, foros temáticos), de los anuncios comerciales o
incluso de algunas revistas, periódicos y libros no contrastados. No siempre
sabemos de dónde procede la información, qué grado de veracidad tiene o qué
intereses persiguen su autor o la organización que ha pagado la
publicación.
Por todo ello, al leer no basta con comprender lo que se dice,
sino que debemos interpretarlo. Interpretar significa aquí valorar críticamente
el texto: darle el sentido real que tiene en nuestra comunidad y utilizarlo
provechosamente en nuestro día a día. Implica tener respuestas para preguntas
como: ¿es cierto?, ¿me fío?, ¿lo pongo
en práctica?, ¿estoy de acuerdo?,
etc.
En este artículo explicaré 10 claves para aprender a interpretar
cualquier texto.
Son preguntas generales que puedes hacerte al leer: te ayudarán
a recordar que un texto, además de transmitir información, también es una
herramienta que utiliza un autor para conseguir un
propósito.
1. ¿Quién es el autor?
Puede ser una persona (en una
columna de opinión), un grupo de amigos (una invitación), un equipo de
profesionales (en una noticia, un artículo científico) o toda una institución
(en la web de un Ayuntamiento) o un país (en la constitución española). Siempre
hay “alguien” detrás de un escrito. Incluso los anónimos fueron escritos por
personas de carne y hueso, que en este caso se esconden. Conocer al autor
permite contextualizar mejor su texto: busca información de él o ella en
Internet o en la biblioteca; investiga quién es, dónde trabaja, qué ha publicado
antes, cómo ve el mundo, qué piensan de él o ella otras personas que conozcas y
que te merezcan confianza.
2. ¿Qué pretende?
Es la pregunta más importante.
Escribir es laborioso y si alguien se ha tomado la molestia de hacerlo es porque
pretende algo: convencernos de una propuesta (despenalizar el aborto), difundir
una idea (usar condón en las relaciones sexuales), criticar a alguien (el
presidente), etc. Pregúntate por qué el autor escribió eso (es de izquierdas, es
responsable) y qué intereses tiene (milita en el mismo partido, quiere conservar
su posición). Además, es habitual que existan otros autores (de derechas, la
Iglesia católica) con propósitos opuestos (no al aborto o al condón, defender al
presidente). Averigua qué otros autores existen y cuáles son sus intenciones
alternativas: conocer el entramado de autores y propósitos te ayudará a situar
cada texto.
3. ¿Dónde y cuándo se ha publicado?
Fíjate en la editorial, en el
periódico o en la web en que se ha publicado el texto; averigua qué otras
actividades hacen, en qué ámbitos o sectores de la sociedad se mueven, quién es
su dueño (grupo empresarial o político, multinacional). Presta atención a la
valoración social que se hace de ellos: ¿es un periódico serio o
sensacionalista?, ¿es la web de una universidad reconocida, de una organización
sin ánimo de lucro o de una secta proselitista?, ¿es una editorial de prestigio
o comercial? Los textos heredan en parte los valores que tienen los medios en
que se publican. Al analizar a los medios podemos entender mejor los textos
particulares que han publicado.
4. ¿De qué tipo de texto se trata?
Nos rodean textos
extraordinariamente variados: una ley, una noticia periodística, un rótulo
comercial, una prédica religiosa, un artículo científico, una instrucción
técnica, etc. Cada texto tiene sus funciones, su estructura y un lenguaje
propios, y se usan solo en su contexto. Identifica el tipo de texto o género de
que se trata y averigua si respeta sus convenciones más habituales. Por ejemplo,
si se trata de una carta: ¿tiene membrete?, ¿el saludo se corresponde con la
despedida? Si se trata de una argumentación: ¿cuál es la tesis?, ¿cuáles son los
argumentos? A veces un autor se aparta de las convenciones establecidas para un
género textual y eso es llamativo: ¿por qué lo hace?, ¿qué
pretende?
5. ¿Qué tipo de información aporta?
Los textos aportan datos de
naturaleza diversa: una noticia expone hechos empíricos y debe ser objetiva y
detallada; una columna de opinión expone un punto de vista y debe ser clara y
convincente; una ley y una norma detallan las reglas o los principios que deben
seguirse y son precisos y evitan las ambigüedades; un artículo científico
describe los resultados que aporta una investigación; un poema o un cuento crean
historias y entretienen y emocionan. No confundas los diferentes tipos de
información. Pregúntate: ¿hay datos empíricos u opiniones personales?, ¿proceden
de la observación periodística, de la investigación científica, de alguna
doctrina religiosa o de la imaginación del autor? Evalúa también la calidad de
cada tipo de contenido: ¿la noticia es detallada?, ¿la columna de opinión aporta
argumentos sólidos?, ¿la ley es clara?, ¿la doctrina está de acuerdo con mis
principios?, ¿el cuento es original o emocionante?
6. ¿Qué datos se destacan y se
minimizan?
No todas las posiciones de un texto tienen la misma importancia:
sabemos que el título enumera el tema, la idea principal o una referencia
relevante; que el primer párrafo y el último son especiales. En un periódico,
son más caros los anuncios de la página derecha y de la parte superior que los
de la izquierda y de la parte inferior, porque el lector los lee en primer
lugar. También al leer prestamos más atención a las primeras frases de un
párrafo o a los sujetos de las oraciones, que son quienes protagonizan las
acciones. Los autores hábiles suelen aprovecharse de ello para destacar lo que
les interesa en las posiciones relevantes y para minimizar o esconder lo que no
les conviene en el resto de posiciones. Entonces: ¿cuáles son las posiciones
importantes del texto?, ¿qué ideas quiere destacar el autor?, ¿por
qué?
7. ¿Qué es lo que se da a entender?
Muchos textos comunican ideas y
puntos de vista de manera implícita, con presuposiciones, ambigüedades o dobles
sentidos; a menudo estas ideas son tan importantes como el resto o incluso más.
Fíjate en estos ejemplos: al decir es catalán pero muy vago se está
presuponiendo el tópico de que los catalanes son trabajadores; al decir Martín
intentó de nuevo dejar de beber se da a entender que Martín ya había bebido
antes y que había intentado dejarlo sin éxito (además de sugerir que tiene
problemas con la bebida); también, al decir el Betis no pudo marcar 3 goles (en
vez de decir simplemente el Betis marcó 2 goles) se está presuponiendo que los 3
goles eran importantes para conseguir un objetivo (ganar un partido, una
eliminatoria, etc.). Analiza los implícitos que hay en el texto: ¿qué puntos son
ambiguos?, ¿qué cosas se dan a entender?, ¿qué importancia
tienen?
8. ¿A quién se cita y a quién no?
Ningún texto está solo. Cada escrito
se conecta con otros: toma ideas de textos precedentes; utiliza palabras de
otros autores; argumenta en contra de otras opiniones. Lo hace de manera
explícita, denominando al autor y poniendo entre comillas sus palabras, o de
manera implícita, copiando o parodiando las ideas y las palabras sin
destacarlos. Esas citas ejercen varias funciones: otorgan autoridad al texto (al
citar a alguien importante o a una ley), lo relacionan con una corriente de
pensamiento (al citar a un autor significado en este sentido), critican una
opinión (al citar a un contrario) o incluso ironizan o satirizan algo (al citar
con humor). Conviene tener presente que las palabras citadas no siempre tienen
el mismo significado que tenían en el texto original. Lee atentamente el texto e
identifica las ideas y las palabras procedentes de otros escritos y autores:
¿son explícitos o implícitos?, ¿qué función desempeñan?
9. ¿Qué palabras utiliza el
texto?
El autor ha elegido unas palabras y ha descartado otras y eso
puede darnos pistas, porque las palabras cargan con las connotaciones del día a
día. Fíjate en las diferencias que hay al escribir los alumnos o los alumnos y
las alumnas o el alumnado; tampoco es lo mismo leer las mujeres de la limpieza o
el personal de limpieza, moros o árabes, negro o africano; tampoco dice
exactamente lo mismo referirse a las islas Maldivas o a las Falkland o al
descubrimiento de América y la invasión europea. Fíjate en las palabras que usa
el texto: ¿cuáles te sorprenden?, ¿por qué?, ¿qué palabras usarías tú para decir
lo mismo?
10. ¿Cuál es tu opinión?
No confundas comprender un texto con
estar de acuerdo con el contenido, con lo que dice. Muchos textos que podemos
entender bien pueden expresar ideas opuestas a las nuestras, pueden utilizar un
lenguaje que nos disguste o incluso despertar sensaciones desagradables. Por
ello, es importante que tengas claras tus propias ideas y sensaciones y que las
contrastes con las del texto: ¿te gusta o no?, ¿estás de acuerdo?, ¿en qué
puntos discrepas?, ¿cómo lo explicarías tú?
5
En resumen, recuerda la comparación
que hacía al principio entre los escritos y las conversaciones. Podemos leer con
respeto y atención cada texto, del mismo modo que escuchamos educadamente a
nuestro interlocutor y participamos en las conversaciones de manera
constructiva. Pero eso no significa que nos creamos todo lo que se dice, ni lo
que se escribe. Interpretar un texto significa darse cuenta del valor que tiene
su contenido en nuestra vida y en nuestro entorno.